Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

lunes, 1 de junio de 2009

CURRICULUM ACADÉMICO. Episodio 2


Como habrán podido observar, en mi primer año de "secundaria" adquirí una cantidad invalorable de conocimientos. Pero no gramaticales, sino de vida.
Y al pasar de curso, el aula que me tocó en suerte fue un taller de herrería del que era dueño el novio de mi hermana. Como aprendiz tenía que llegar al taller a las 6:45, para barrer el local, prender la fragua y tener listas las herramientas. A las 7 empezaba la rutina; alcanzar esas herramientas a los oficiales, ayudarlos en sus tareas y realizar trabajos fáciles. Lo que me fue de enorme utilidad para cuando hice primero nuestra casa y luego la de Santiago. Ganaba 5 reales por día. En el café mi sueldo era de 6 pesos mensuales. Acá cobraba $ 5.50 por quincena; casi el doble.


Pero un día un amigo me recomendó a unos fabricantes de bisagras, cerraduras y afines, donde pagaban 0.75. Jornales eran los de antes. Sucede que el puchero de pecho valía 0.12 y todo lo demás en relación. Con 0.50 diarios comía una familia El problema es que a la herrería iba a pie, y aquí el transporte, que siempre fue caro, me salía 0.20 por día. No valía la pena.

Pero ahí mi ingenio resolvió el problema.


En ese entonces, si los “canillitas”(*) llevaban un diario debajo el brazo, (era su tarjeta de presentación) no pagaban boleto.


Bueno; ahí recibí la lección práctica de como aprovechar las situaciones favorables. Conseguí un diario, me lo coloqué al mejor estilo canilla, y, aunque había que cambiar de ómnibus cada cuatro o cinco cuadras, (el guarda, 99% galaico él, te decía: “¡vamos, que ya van 6 cuadras; bájate, coño!”) igual valía la pena.


De modo que me ahorraba 1.10 por semana. Claro que a mi hermana no le decía nada. La quincena la daba íntegra en casa. Era lo correcto; así aprendíamos a no vivir a expensas de otros, y a sentirnos en paz con nosotros.
Y, cada fin de semana, mi hermana me daba 0.50; los que sumados a los 1.10 no muy santamente adquiridos, daba 1.60. Lo que significaba: entrada al cine Sábado y Domingo. La entrada costaba 10 guitas matinée, y 15 con vermouth añadida.


Quiere decir que con Pascual, teníamos para el cine, cigarrillos Rodelú, (mentolados) y una masa de 10 centésimos para cada uno. Cuando alguno tenía dinero, y el otro no, era de los dos. Pascual trabajaba en el salón que tenía el padre en la Bolsa de Comercio. (ahora de valores) Lustraba zapatos y vendía números de lotería en la calle. El llegó a ser después corredor de esa Bolsa y pudo así amasar una pequeña fortuna. Y, aunque en muchos aspectos somos distintos, hace 76 años que nos decimos lo que pensamos, puteadas incluidas. Nunca nos peleamos; y nunca pasamos un cumpleaños sin juntarnos a tomar una. Lo de una es un decir. Saquen la cuenta; 76x2. Son algunas. Con él en ese tiempo nos vimos el estreno de todas las películas del Mago. Más de una vez, claro. Y no siempre, pero muchas veces, después de las creaciones, (lo eran doblemente; la música era suya, y las interpretaciones eran también una creación) especialmente “Cuesta abajo” o “Sus ojos se cerraron”, era tal la zapateo que el operador tenía que parar la proyección, rebobinar y hacer un bis.







Y de nuevo afloró mi ingenio un si es no es fraudulento. Como excusa no muy válida hay que tener en cuenta que tenía 14 o15 años. Era inimputable. En ese tiempo, los cines de barrio se daban el lujo de tener cuatro acomodadores. Terminada la matinée, ellos pasaban controlando las entradas. Pero como la fila central era la más concurrida, los de las laterales iban más rápido. Y le dije a Pascual: si nos sentamos en la orilla de la central en las fila 8 o 9, cuando pasan los de las laterales nos corremos y vemos la vermouth de arriba. Así nos vimos “Caballero sin espada”,




“Horizontes perdidos”,



“Los tres mosqueteros” y un montón más. Hasta que un día una voz inamistosa nos dijo: ¡¡¡entraaadas!!!. Y nosotros con cara de inocentes, ¡pero si ya las dimos.! -Vamo afuera, vivos. Como dijo don Antonio, todo pasa y no siempre todo queda. Y llegó el momento de ingresar a lo que en aquel tiempo era "preparatorio" para luego hacerlo a la "Universidad".
Pero, como decían en las películas en episodios, cuando el bandido raptaba a la muchacha y el héroe salía en su persecución, "lo verá en el próximo episodio"