Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Valle del Lunarejo





Como verán por la fecha de salida, ya van 15 días de la aventura. Estaba esperando a que el Santi me desasnara en esto de colocar las fotos en el lugar correspondiente, pero como va para muy largo y el fin de año se acerca, decidí pegar el grito de independencia y con ayuda de Liliana, publicar, antes que pase más tiempo, las vivencias de nuestro paseo a ese lugar de maravilla.


Salimos el martes 13, desafiando todos los pronósticos. Formábamos un trío compuesto por una tía-cuñada, un padre y también cuñado, (yo), y una hija y sobrina, que en su papel de conductora llevaba la voz cantante, y mandante. El cielo una maravilla, el camino excelente, y, el paisaje, no por repetido menos encantador. Hasta llegar a Paso de los toros, sentarnos a la orilla del río a descansar un rato, sacar alguna foto y tomar algún matecito. Hasta ahora, el hacer turismo en el Uruguay no significó ningún peligro, mucho menos el morir en la demanda, (Andrea dixit) . De manera que por la tarde, luego de caminar, (sobre ruedas, claro,) por los senderos en este caso luminosos de la patria, tomamos un camino secundario y así llegamos a la posada del Lunarejo.



Durante el recorrido, dicté cátedra sobre aves del Uruguay y sus nidos. Vi aparecer en varios árboles a la orilla del camino, unos preciosos nidos de espinero. Entonces se los señalé a mis compañeras con la autoridad que da el conocimiento de los campos de la patria, que para él no tiene secretos. Pero los tales nidos resultaron ser una formación que aparece en los árboles, con apariencia de nido, pero producto de la invasión de de un parásito vegetal que vive y medra a expensas del árbol que lo protege. (Cualquier semejanza con el homo sapiens es pura
casualidad.) Sucede que en mi pueblo, ese parásito no existía.


Como ven en la foto, la Posada, es una casona centenaria remozada pero sin modificarla, con pisos de ladrillo; claro que ahora barnizados y preciosos, en medio de un paisaje enmarcado por cerros de maravilla y cercana a una laguna donde están prohibidas la caza y la pesca, habitada por garzas, bandurrias y espátulas rosadas y nutrias, todas dueñas y señoras del lugar, cubierta el agua por un tapiz verde del que no sé su nombre verdadero, pero al que los gurises de mi pueblo llamábamos repollito de río.



Liliana estaba chocha con las espátulas; cuando las vio a la distancia, creyó eran flamencos.

Es que realmente era, es un placer contemplar a todos esos habitantes de esa laguna que no temen a los humanos. porque no son nunca agredidos, rodeados por un paisaje en que los cerros parecen colocados para adornarlo.


La gente de la posada encantadora, con la característica cordialidad de los habitantes del interior.
Y no te digo nada de la cocina; (por primera vez comí jabalí), y postres como los que hacían mis hermanas. Y unos desayunos y meriendas de primera.


Cuando me encontré otra vez con el sol radiante, el paisaje inmenso y la distanciaq dueña del silencio, que no era la misma de mi niñez; (en aquél tiempo se perdía en el infinito), en cambio ahora, se veía interrumpida por la frontera de los cerros. Y sentí el asombro de vivir de nuevo, y no sólo en el recuerdo, (no hay explicación racional) sino realmente sentirlos como antes, momentos que creí para mí ya irrepetibles.


Al día siguiente, en un camión 4x4 a recorrer el valle junto al arroyo. De otra manera es prácticamente imposible. Subidas y bajadas pedregosas, por lugares preciosos, bordeado a veces de cactus con, esta vez sí, nidos de espineros.

El arroyo corre a veces cantando por un lecho de piedras, y como no hay, por ahora, posibilidd de negocios redituables, tenemos la esperanza que nuestro nietos encuentren el lugar tan precioso como ahora, y, como lo hicimos nosotros, lo disfruten. Salvo que a algún señor paladín del progreso le de por llenar el lugar de eucaliptus que reportan muy buenos dividendos, hasta que la tierra diga basta.


Luego de tan profundo pensamiento que, como habrán observado, antepone la protección ambiental al afán de lucro, llegó el momento del retorno.
Y, entonces, ya lo dijo don Antnio, todo pasa. Pero también mucho queda en el recuerdo agradecido. Por desgracia, lo que sí pasaron demasiado rápido fueron los días.
Así que ya el viernes, a desandar lo andado; la conductora a manejar y nosotros a disfrutar del paisaje, parar un rato en P. de los Toros, tomar unos mates y, ya que estábamos algo más, y volver al pago con la carga de una preciosa vivencia para añadir al baúl de los recuerdos


Como habrán observado, la única foto que pude colocar es la inicial, cuando descansamos en paso de los toros. Pero, tiempo al tiempo; quien te dice que el Santi en algún momento coloque las que faltan