Pero, el hombre propone y la compu dispone.
De manera que espero disculpen la informalidad.
Quiero compartir con ustedes este mi recuerdo agradecido.
Las cabañas son dos; pero estas no son como las de Jacinto Vera.
En cuanto a mí, el problema de los baños me tenía sin cuidado. Los usé antes de acostarme. Y, en la madrugada, salí un momento a observar la magia de la luna mirándose en el río. Y tan emocionado como agradecido, regué, pero no solo con lágrimas, los árboles del monte, húmedos ya de rocío.
Estamos esperando la salida de la luna, porque hoy es luna llena; Liliana filmó la gloria de esa salida y tomó fotos. De nuevo me envolvió el silencio, que nos dejaba escuchar el canto lejano, monótono e incansable de un grillo nochero. Y, envueltos en ese silencio lleno de saudades, la magia del río con su monte, la distancia luminosa, el calor del norte y los recuerdos.
Y al día siguiente, adiós a las cabañas y al Quegüay, y de vuelta al sur, ahora rumbo a Las Cañas, la playa fraybentina, a orillas del río querido.
Espléndida la playa y espléndido el viejo Uruguay. Ahí ya no es, como dice Sampayo, un cielo azul que viaja. Está, enorme y quieto, como un espejo luminoso para que el cielo se mire en él.
Ya sé, estarán pensando: cómo rompe ese tipo con el río.
Yo no tengo la culpa; sí tengo la suerte de haber nacido a tres cuadras de ese río, y haber perdido, (o ganado) horas, viendo pasar, en las crecidas, (no había represa) balsas de troncos con ranchos donde las mujeres, en morteros de madera, descascaraban el maíz para hacer el locro.
Después, llevar a pastar a
La playa, como todas las de nuestras costas, una media luna de arena preciosa; los árboles, como en todas las de agua dulce, llegan casi hasta la costa, haciendo que se transformen, en “playas parques” que son una bendición.
La edificación me sorprendió. Claro; el 80 % debe ser de argentinos. Lo que no entiendo es como se animan a vivir ellos, y, lo que es peor, a arriesgar a sus hijos a adquirir quien sabe que enfermedades siniestras por la contaminación de Botnia.
Aparentemente los ambientalistas de Gualeguaychú ya no son los de ayer.
O no los creen como ayer.
La posada perfecta; vista al río, baño de primera, frigobar, microondas, pileta y sitio para minutas Y, lo más importante, televisor para ver Intrusos, Tinelli, Susana, Gran Hermano y puteríos de los famosos de la farándula. Todo en directo para de esa manera enriquecer nuestro acervo cultural .
Hablando en serio, la belleza del lugar es realmente sorprendente.
Liliana sacó una foto, (desde el jardín del fondo de la posada que cae sobre el río,) de una puesta de sol gloriosa, con la costa argentina dibujándose en el horizonte.
Como corresponde, había que sumergirse en el viejo río. Y, milagro, tanto a Liliana como a mí las mojarritas, (digo milagro porque hay incontables y no sé como sobreviven a la contaminación,) se entretenían mordisqueándonos las piernas.
Llegada a casita y se acabó la aventura. Pero nos queda una preciosa experiencia para enriquecer nuestros recuerdos.