Como verán por la fecha de salida, ya van 15 días de la aventura. Estaba esperando a que el Santi me desasnara en esto de colocar las fotos en el lugar correspondiente, pero como va para muy largo y el fin de año se acerca, decidí pegar el grito de independencia y con ayuda de Liliana, publicar, antes que pase más tiempo, las vivencias de nuestro paseo a ese lugar de maravilla.
Salimos el martes 13, desafiando todos los pronósticos. Formábamos un trío compuesto por una tía-cuñada, un padre y también cuñado, (yo), y una hija y sobrina, que en su papel de conductora llevaba la voz cantante, y mandante. El cielo una maravilla, el camino excelente, y, el paisaje, no por repetido menos encantador. Hasta llegar a Paso de los toros, sentarnos a la orilla del río a descansar un rato, sacar alguna foto y tomar algún matecito. Hasta ahora, el hacer turismo en el Uruguay no significó ningún peligro, mucho menos el morir en la demanda, (Andrea dixit) . De manera que por la tarde, luego de caminar, (sobre ruedas, claro,) por los senderos en este caso luminosos de la patria, tomamos un camino secundario y así llegamos a la posada del Lunarejo.
Durante el recorrido, dicté cátedra sobre aves del Uruguay y sus nidos. Vi aparecer en varios árboles a la orilla del camino, unos preciosos nidos de espinero. Entonces se los señalé a mis compañeras con la autoridad que da el conocimiento de los campos de la patria, que para él no tiene secretos. Pero los tales nidos resultaron ser una formación que aparece en los árboles, con apariencia de nido, pero producto de la invasión de de un parásito vegetal que vive y medra a expensas del árbol que lo protege. (Cualquier semejanza con el homo sapiens es pura
casualidad.) Sucede que en mi pueblo, ese parásito no existía.
Como ven en la foto, la Posada, es una casona centenaria remozada pero sin modificarla, con pisos de ladrillo; claro que ahora barnizados y preciosos, en medio de un paisaje enmarcado por cerros de maravilla y cercana a una laguna donde están prohibidas la caza y la pesca, habitada por garzas, bandurrias y espátulas rosadas y nutrias, todas dueñas y señoras del lugar, cubierta el agua por un tapiz verde del que no sé su nombre verdadero, pero al que los gurises de mi pueblo llamábamos repollito de río.
Liliana estaba chocha con las espátulas; cuando las vio a la distancia, creyó eran flamencos.
Es que realmente era, es un placer contemplar a todos esos habitantes de esa laguna que no temen a los humanos. porque no son nunca agredidos, rodeados por un paisaje en que los cerros parecen colocados para adornarlo.
Y no te digo nada de la cocina; (por primera vez comí jabalí), y postres como los que hacían mis hermanas. Y unos desayunos y meriendas de primera.
Cuando me encontré otra vez con el sol radiante, el paisaje inmenso y la distanciaq dueña del silencio, que no era la misma de mi niñez; (en aquél tiempo se perdía en el infinito), en cambio ahora, se veía interrumpida por la frontera de los cerros. Y sentí el asombro de vivir de nuevo, y no sólo en el recuerdo, (no hay explicación racional) sino realmente sentirlos como antes, momentos que creí para mí ya irrepetibles.
El arroyo corre a veces cantando por un lecho de piedras, y como no hay, por ahora, posibilidd de negocios redituables, tenemos la esperanza que nuestro nietos encuentren el lugar tan precioso como ahora, y, como lo hicimos nosotros, lo disfruten. Salvo que a algún señor paladín del progreso le de por llenar el lugar de eucaliptus que reportan muy buenos dividendos, hasta que la tierra diga basta.
Luego de tan profundo pensamiento que, como habrán observado, antepone la protección ambiental al afán de lucro, llegó el momento del retorno.
Y, entonces, ya lo dijo don Antnio, todo pasa. Pero también mucho queda en el recuerdo agradecido. Por desgracia, lo que sí pasaron demasiado rápido fueron los días.
Así que ya el viernes, a desandar lo andado; la conductora a manejar y nosotros a disfrutar del paisaje, parar un rato en P. de los Toros, tomar unos mates y, ya que estábamos algo más, y volver al pago con la carga de una preciosa vivencia para añadir al baúl de los recuerdos
Como habrán observado, la única foto que pude colocar es la inicial, cuando descansamos en paso de los toros. Pero, tiempo al tiempo; quien te dice que el Santi en algún momento coloque las que faltan
10 comentarios:
Tata:
¡SOS UN GROSSO!, como dicen ahora los jóvenes. Yo quiero ir ahí, a ese Lunarejo con el de platinada cabellera raptado por mí, jejejeje. Es una pena no haber podido ver las otras fotos. Pero, como subiste la primera podrás subir las otras y(con el mouse posisionado sobre ellas y con el botón de la izquierda apretado) podrás ir bajándolas y poniéndolas donde quieras.
Vos sí que la pasás bien. Creo que la Rica también. Y tu hija,¡¡¡una santa!!!...jejejeje.
Pasame bien los datos, que estoy dispuesta a cometer un ilícito y privarlo de su libertad...jajajaja.
Me encanta encontrarte acá. Un abrazote.
Precioso relato Tata¡¡¡ Qué bueno que hayan podido disfrutar tanto y que pudieses recrear momentos que creías, no volverías a repetir. Enhorabuena por tí y agradecida por el resultado de tus andanzas, reflejadas en tu relato
Un besote inmenso:)
Flaca querida; la que te puede indicar el itinerario es Liliana, a la que colocaste en el santoral. Me metiste en un problema insoluble; si para colocar una foto hay que depender del botón de la izquierda, prefiero no hacerlo. Sabés que con la izquierda no quiero ni nunca quise tener tratos. Hablando en serio, vale la pena el lugar. Raptalo; y si vuelve muy cansado, podés decir que la culpa la tiene la distancia.
Zully; me alegro te haya gustado; sucede que en mi caso, donde, como dice la canción hayan sol, cielo azul y campo abierto, la tropa de los recuerdos, (y los sueños) se aparece sin llamarla. Un beso
¡Qué maravilla!
¿Vos sabés que esa posada me llama desde hace unos años? Sé que el lugar es divino, y además permite el "turismo aventura", que me encanta.
Eso sí, por ahora mis sobrinas no me pueden llevar, salvo que lo hagan en bicicleta o en triciclo...
Tendré que esperar.
Andrea; el lugar es realmente una maravilla; claro que está muy lejos.
Solo se puede llegar en auto. Y pensar que de haber sabido tu interés en ese lugar, podías habernos acompañado en la aventura. Claro que para mí, bancar a dos mujeres no fue fácil. Imaginate tres. Pero cuando puedas no dejes de ir. Vale la pena. Lo vas a disfrutar a pleno
¿A cuánto queda de Paso de los Toros? Me parece que la Posada esa te tiene que nombrar agente de prensa.
Tata, ¿cómo son las "espátulas"?
Pensaba que te tenés que juntar con Andrea y hacer un trabajo conjunto: dibujos de los pájaros esos con tus detalles para que los identifiquemos.
Otra: entre "lunarejos" y "platinados", esto ya se está transformando en un libro de pelajes... (Una pequeña cargada para La Flaca).
Un abrazo.
Fernando; la distancia de Paso de los Toros a la posada debe andar entre l20 y i50 kms. No te olvides que el paisito es un pañuelo. Las espátulas son zancudas, como las garzas, y de apariencia similar. Pero tienen el pico en forma de espátula, me imagino adaptado para la pesca en las lagunas. Y, realmente, las rosadas son preciosas. La Flaca sabrá como reaccionar ante tu falta de respeto. Si lo encontrás, comprate: ¿alguien te espera en alguna parte? Es de un entrerríano o correntino, qure habla de las últimas andanzas de don José, el oriental que peleaba contra los molinos de viento de las oligarquías de las dos orillas. Así le fue. Un abrazo a los dos, y, cordobés sinverguenza, no te olvides que me debés la visita.
Andrea; tu comentario, por suerte apareció en mi correo: cuando lo busqué en el blog para contestarte, no apareció. Tanto el paisaje como la comida son, el paisaje espectacular y las comidas de primera. El relato, se hace lo que se puede. Liliana ya está en campaña para repetir la experiencia, esta vez, en una estancia por Cerro Largo que descubrió en internet, y que dice es espectacular. Veremos que pasa. Seguiremos recorriendo los campos de la patria.
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