Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mis 90 y la que faltó a la cita

El haber llegado a los 90, me obliga a cumplir con dos deberes. Uno, el comunicarme después de tanto tiempo con los cofrades blogeros. Y otro, el más importante, pagar una deuda de gratitud a la compañera de casi 63 años de vida.

Yo sé que los homenajes póstumos suenan como de compromiso por lo que siempre están cargados, (cuando quienes lo hacen son juez y parte) de subjetividad. Por eso pensé que lo mejor sería contar simplemente su historia de vida, para que así que se den cuenta del porqué de mi recuerdo agradecido.

Mi cumpleaños de los 90 lo festejamos con una cuchipanda homérica. Pero la que por derecho propio debió ser la invitada de honor faltó a la cita. Por muy pocos meses no llegó al 13 de Marzo; hubiéramos cumplido 63 años juntos. Cinco meses le faltaron para llegar a sus 89, y 9 para ser testigo de mis 90. Dije que faltó a la cita ese día, pero estuvo presente siempre. El primer brindis fue para ella. Se llamaba Brilda, pero después de los nietos, todos le decíamos la Yaya.

Y ahora su, nuestra historia.

Nos conocimos en la casa de su tío, al que alquilábamos con mi hermana y su marido una casilla que él tenía en su terreno. En ese entonces, yo recién había empezado a estudiar la flauta, y mi maestro me había conseguido un puesto en la banda de la Escuela Militar. Con mis 20 primaveras y como muchos de nuestra época, era bailarín compadrito y frecuentaba los bailongos de rompe y raja . Pero mi formación hogareña y seminarista, me hacía soñar, como a la Susanita de Quino, con una mamá también hogareña y hacendosa  que me regalara hijitos, condición que le faltaba a mis compañeras de baile. Y, precisamente, apareció ella. Que a veces visitaba a su tío. Era una morocha que, como dice el tango, “se paraban pa mirarla”. Y yo me dije: “¡pah!, a vos misma.!” 

mama

Y en un cumpleaños familiar la saqué a bailar.  Acostumbrado a bailar, como dice el tango, bien apretadito, cerrando los ojos y mezclando el aliento, quise hacer lo mismo. Pero me encontré con una barrera infranqueable. Ni muy apretadito y mucho menos mezclando el aliento. Recién al segundo o tercer tango y luego de hacer gala de mi mejor elocuencia, conseguí que nuestras frentes acortaran distancia, y vive por siempre en mi memoria el contacto tibio de su frente, y (ella era crespa) el roce fugaz en mi mejilla de uno de sus bucles. Cuando su tía se enteró de nuetro noviazgo recién nacido, le reprochó el haberse entusiasmado con un triste flautista. Ella era preciosa y merecía un mejor partido.Y tuvo razón por partida doble. Además de eso, me cayó como un rayo la enfermedad de la época, que era casi una sentencia de muerte. Lo que quiere decir, triste flautista y tuberculoso. Otra gurisa hubiera huído despavorida por temor al contagio. Ella solo pensó en ayudarme. Como había entrado en la Banda Municipal, pude ir a un sanatorio privado en Colón. Ella entonces trabajaba en una fábrica en la calle San Martín casi Millán. A las 11 salía a la carrera para no perder el 147 y así llegar a Colón,   bajarse, y caminar por Lezica no sé cuantas cuadras hasta el sanatorio a llevarme la comida que me preparaba a diario. Mi hermana no siempre podía hacerlo. Yo no la dejaba acercarse y mucho menos besarme. A ella no le importaba. Y otra vez, para estar a las 13 en el trabajo, caminar hasta el ómnibus. Por suerte me curé en tiempo récord, 5 meses. Le pregunté al doctor cuándo me podía casar, y me contestó que ahora mismo. Pero esperé hasta el año siguiente. Y el 13 de Marzo de 1947, en el juzgado de Sayago y por la módica suma de 18 pesos, me la traje con libreta de propiedad incluída. Le dije que después de todo, no me había salido tan cara teniendo en cuenta que el contrato no incluía prohibiciones de ninguna índole. Fuimos a vivir con mi hermana y mi cuñado a la casa que había sido de mi maestro. Era de madera, por supuesto.  La cocina era en común, los muebles, un juego de dormitorio sin lustrar, (lo hicimos después) y la heladera fabricación artesanal del que escribe, de chapa y madera con aislación de corcho. El hielo como, era común, se compraba al repartidor. Y, como corresponde, había que escribir a París para que viniera la cigüeña. Entonces, mirá las consecuencias. A vuelta de correo llegó el Santi; un parto difícil, y el resultado; un renacuajo pura cabeza. Fué su debut como mamá; y ya de entrada le sacó canas verdes a la pobre. No agarraba la teta, y la pobrecita lloraba. Después una erupción que le agarró todo el cuerpo, a la que no habiá especialista que valiera, hasta que lo curó la homeopatía. En ese entonces el hijo de mi hermana se ennovió y pensamos que seguramente más adelante había que dejar la casa. Y no queríamos pagar alquiler.     

Quiso la suerte que ofrecieran en venta un terreno contiguo. Era propiedad de un señor conocido. Y con la garantía del propio terreno lo compramos en incómodas cuotas. Y empezó la aventura. Plata para edificar...de dónde... Y me acordé de la canción de don Atahualpa. "en la cumbrera ´e mi rancho, anidaron dos  horneros. Y yo parezco un extraño,y el rancho parece d´eyos.” Entonces, para que el rancho pareciera nuestro, como los ladrillos eran muy caros, me inventé un molde desarmable que, modestia aparte, me quedó de película, y, con la Yaya de ayudante, (aprendió a preparar la mezcla de arena y portland para hacerlos ) nos fabricamos, uno por uno, 900 bloques. Y empezamos a hacer el nido. Por $ 7.50 saqué en el municipio un plano de vivienda modesta, y con la garantía de mi cuñado, un préstamo bancario. De manera que cobraba mis suelditos, y lo primero que hacía era pagar las cuotas. Con lo que quedaba, la  Yaya solventaba los gastos caseros  y si precisaba ropa se la hacía ella misma. Yo entonces fumaba. Me compré tabaco y empecé a armar bien finito. Mi suegro fue el peón voluntario al que siempre agradezco, y ella, amén de ocuparse de sus trabajos de mamá y ama de casa, se hacía tiempo para alcanzar baldes de mezcla. Aprendió a hacer hormigón y a calentar asfalto para impermeabilizar la planchada. Subía la escalera con baldes de alquitrán caliente. Santi lo recuerda.

Y bueno, después, ocho años más tarde que el Santi nació Liliana.

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Y, por primera vez luego de 11 años de ama de casa fulltime, la Yaya pudo salir de Montevideo en tren de paseo. Un amigo de la orquesta, había alquilado un departamento en Piriápolis y nos lo ofreció generosamente. Pasamos una semana preciosa. Y ya que hablamos de playa, al nene que  estaba crecidito y ya empezaba a mostrar la hilacha,  le dió por juntar cangrejos, (eso fue en playa Verde) y cuando tuvo el baldecito a medio llenar, no encontró mejor diversión que  levantarle la malla a la madre y volcárselos en el pecho, obligándola así a hacer topless y lucir, urbi et orbi, sus preciosos atributos treinta añeros. De los que la verdad sea dicha, daba más para enorgullecerse que para avergonzarse.

Pasó el tiempo;  liceo, luego facultad e ingreso del  Santi a la B. Municipal.  Casorio y llegó Virginia,  la primera nieta. Vivían en la casita que le habíamos hecho al Santi, a la que llamábamos casa de abajo. El Santi y Lucía, su primera esposa trabajaban; así que de madre pasó a ser madre-abuela.  Después Liliana se casa con un compañero de facultad y aparece Emilio, el que ustedes conocen como el Risueño Fantasma de García. Y al año siguiente, (mi nena no perdía tiempo) nace Tania, la n° 3. Otra que no comía. Pero la Yaya era expeditiva. Al Santi cuando chico, si era necesario lo arrinconaba contra el tejido del fondo y le hacía tragar la avena con leche sí o sí. Y, era tiempo; llegaron las vacas bastante más gordas. Compramos un terreno en Piriápolis, levantamos una casita  entre cerros, árboles y pájaros, y pudo disfrutarla en familia, a la que dedicó su vida, aguantándome y  rodeada de hijos y nietos.

Después Argentina de sur a norte, Brasil, Cuba Méjico y Europa, le hicieron, nos hicieron, vivir momentos inolvidables. Su madurez fué más  fácil que su juventud. Sería precioso ser creyente para así esperar el reencuentro. Pero no lo soy. Entonces creo que el mejor homenaje que puedo ofrecer a su memoria, es el compartir con ustedes la emoción de este recuerdo agradecido.

20 comentarios:

FLACA dijo...

Bosquito:
Cuando se me pase esta emoción que me hace un nudo apretado en la garganta,vuelvo.¿Ta?

Marple dijo...

MAESTRO SANTIAGO BOSCO:
aunque sólo lo conozco por su valioso blog desde ya le puedo decir que lo admiro mucho.
Su vida es un ejemplo de coraje, trabajo, talento y amor a la familia.
Ahora, por lo que usted ha escrito puedo creer lo mismo de su señora esposa.
Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y estoy segura que en el caso de ustedes, esto se cumplió a la perfección.
Pienso también que una gran mujer como ella sólo podría no estar en el cumpleaños del compañero de toda la vida por una razón muy importante. Y así lo fue esta vez.

Lo felicito, señor Bosco por esa claridad conque escribe . Lo felicito y lo envidio. No sé si llegaré a su edad y ni siquiera si estaré tan lúcida.Ojalá!!!.
Creo que sólo morimos cuando dejan de recordarnos, así que su Brilda está más viva que nunca.

Mis más sinceros y cálidos abrazos.

marcela dijo...

Estimado Señor Bosco:
Felicidades por este cumpleaños , pero también por esa tan hermosa vida, confieso que conozco su obra musical que ahora me parece mucho mas grande...
Gracias por compartir ese homenaje a la vida y el amor. Hay tanta gente preocupada por verdaderas pavadas que leer algo así recupera el tono del alma y del corazón .
Uruguayos como Ud.y su Hermosa Esposa son las bases sólidas de nuestro presente.
Un abrazo

Fernando Terreno dijo...

Tata:
Grande la entrada y muy emotiva para homenajear a Doña Yaya. Ahora bien, si no es mucho entrometerse, ¿nos puede decir algo sobre el nombre Brilda?
Después de leer estos recuerdos estamos seguros que también ha brindado en tus noventa.
Un abrazo doble desde la banda occidental.

El Tata dijo...

Flaca; espero que ahora salga esta respuesta a tu comentario. Hace media hora que estoy peleando con esta máquina que me pide contraseñas varias. Espero que por fin salga. No sos vos sola la emocionada. Ahora que el Santi que es el encargado de corregir mi puntuación y mis barrabasadas sintácticas publicó este homenaje, cuandi ví la foto de la veinteañera querida, una catarata de recuedos me apretó el de la izquierda. un beso

El Tata dijo...

Marple; te cuento que mis alumnos no solo no me dicen maestro, sino que me tutean. Cosa que me encanta, porque significa que me quieren. Así que ya lo sabés; soy el Tata, y me gustaría que también lo hicieras. Gracias por tus palabras. Y en cuanto a lo de la lucidéz, no estés tan segura. Un abrazo

El Tata dijo...

Marcela; no sé si sos uruguaya, de alguna nación de nuestra América o peninsular. Ahora que tengo más tiempo, me gustaría leer tu blog; pero no sé como encontrarlo. Te agradezco el mensaje, y espero el nombre. Un abrazo

El Tata dijo...

Fernando; el nombre de Brilda para mí es un misterio; no conozco a ninguna otra; aunque alguien me dijo que sí conoció a una. Pienso que, ella era nacida en el interior, tal vez en aquellos tiempos, cuando lo padres la fueron a inscribir, a lo mejor pensaban llamarla, pobrecita, Brunilda, (acordate que iban al almanaque y se fijaban en el santoral)y en el juzgado de la época, el escribiente de turno se equivocó y le puso Brilda.Pero no deja de ser un lindo nombre. Y en cuanto a lo de la Banda occidental, a los inventores de las fronteras tendrían que haberles cortado los que te dije. Nos jodieron por intereses y nos dejaron sin, como quería Artigas, la patria grande. Un abrazo grande a los dos

FLACA dijo...

Tata:
La gente querida no se va, se queda siempre: se nos aparece en el momento menos pensado en un gesto, un pensamiento, una emoción; a veces, hasta nos sopla palabras en el oído. El día de tus noventa Brilda no faltó, estuvo con cada uno de nosotros. Y nos dibujo una sonrisa; eso es lo lindo de la gente buena que llevamos en nuestro corazón.
Para terminar, te digo que me pareció genial que le hicieras este homenaje porque Brilda es única.

Me encantó que volvieras Tata y que recomenzaras a usar la laptotp. Ahora no te pierdas, ya sabés que siempre sos bienvenido.
En cuanto a tu cumpleaños, todavía me río cuando me acuerdo. Estoy deseando tu próximo festejo.
Un abrazote.

FLACA dijo...

Tata:
¿Te diste cuenta que el fotógrafo que firma esa foto impresionante de Brilda es el mismo que firmó la foto más famosa de ardel?... También tengo su firma en la foto de bodas de mis padres.

Bea dijo...

Tata, la que te dijo que había otra " Brilda", fui yo. Porque cuando la acompañaba al médico, una vez llamaron a otra Brilda, que no tenía nada que ver con nuestra YAYA.

Bea dijo...

Nuestra Yaya, fue mi segunda suegra, y de eso sé mucho.
Nunca pude decir que fue mi suegra.
Fue una mujer que supo valorar lo que el hijo tenía, (modestia a parte), y siempre me trató como a una hija.
Era una mujer absolutamente experimentada, intaligente, viva -como pocas -, y maravillosa.
Por eso y más le digo, Sr. Tata, brindamos por ella, por Ud. y por muchos años más juntos (como familia de caracoles, como decía mi Madre, quien la admiraba también).
Mi gran recuerdo para ella y mi perdón, por no poder hacer más por ella de lo que hice.
Fue poco.

Unknown dijo...

¿Ustedes se dieron cuenta qué cosa más hermosa que era mi madre?
Despuès esos rulos se fueron transformando por mi causa en canas verdes...
Grande la vieja...hasta su último suspiro estuvo preguntando si habíamos comido. Era el cable a tierra de una tribu de locos.
Sin ella no hubiéramos sido nada.

andal13 dijo...

Tata: ¡Volviste! Y como hacés siempre, volviste para emocionarnos... Y que quede acá entre nosotros cien, pero ahora mismito se me piantan unos lagrimones...


Un beso enorme, Maestro (de la vida, porque en la música nunca pasé más allá de tocar el timbre!)

Marple dijo...

Tata:

gracias por otorgarme el tuteo antes de saber que una vez a los 8 año años toqué el piano ante Vicente Pablo, quien ,al borde de un ataque de nervios me dio con el libro por la cabeza,terminando así mi brillante concierto:)

Santi:
Tus aclaraciones están demás.
Una imagen vale más que mil palabras.
El hermoso rostro de tu madre aparece un poco cansado comparado con la rebosante cara del gordito sinvergüenza que tiene adelante.

abrazos para los dos.

El Tata dijo...

A todos los que escribieron y también a los que no lo hicieron, prometo volver a (si además de la flaca también ustedes lo quieren)contarles cosas esperando no aburrirlos demasiado

El Tata dijo...

A todos los que escribieron y también a los que no lo hicieron, prometo volver a (si además de la flaca también ustedes lo quieren)contarles cosas esperando no aburrirlos demasiado

FLACA dijo...

Yo te aliento: ¡¡¡DALE TAAAATA, DALE TATA!!!...
Que vengan más historias.

ro dijo...

Conmovedor. Este amor no se compra en la farmacia, se edifica como las casas que hicieron juntos. Realmente, un viaje a tu interior y al pasado que enseña a vivir. Abrazo

Angelica dijo...

Que honor el poder haber llegado a los 90 y que uno este bien como para escribir una nota tan interesante. A mi me gustaría conseguir una Casa en alquiler Montevideo cuando me jubile e ir a vivir al mágico país de Uruguay