Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

viernes, 20 de enero de 2012

BOCAS DEL ROSARIO



Vamos, aunque tarde, a contarles de nuestra aventura acuática, a las que nos condujeron Susana y Fernando.




Sí, Fernando Terreno, el mismísimo cordobés del blog. Susana es la señora que lo soporta. Nuestro agradecimiento a esa querida pareja con la que pasamos un día inolvidable.

Salimos el Domingo 15, no a la hora señalada, establecida entre las nueve y las diez, sino a las once.(no por mi culpa) Claro; como corresponde a un señor de la quinta edad y de conducta intachable, (en lo que a puntualidad se refiere, seamos honestos) dejé la comodidad de mi lecho a las 8 de la madrugada para hacerme cargo de la preparación del evento. Por supuesto que hay prioridades. Para complacer a Liliana que fue quien me la regaló, llené una preciosa petaca forrada en cuero, con el espíritu un si es no es alcohólico de un equino escocés,(blanco, por supuesto) que espero siga galopando hasta el fin de los tiempos.

Y, como dice el Sabalero, salimos por la ruta uno rumbeando pa’ la Colonia. Un día espléndido, a los queestamos acostumbrados, aunque ahora esperando una lluvia bienhechora que pinte de verde los campos de la patria, ya con la sequía amarillentos.

Al llegar al quilómetro de cuyo número no puedo acordarme, tomamos a la izquierda por un camino de balasto, hasta llegar a la ribera del arroyo Rosario, ahí ya convertido en río, donde nos esperaban el corntorno es realmente maravilloso.


El típico monte criollo cubriendo de verde oscuro las dos orillas, tupido, con sus caminitos sombríos, pero estos sin las pitangas de mi niñez, aquellas que ya por Diciembre nos teñían los dedos y la boca de morado. Ellas no llegan al Sur; los gurises de acá no saben lo que se pierden.

El parador de la costa, atendido por unos veteranos encantadores que creo son sus dueños, en su sencillez te invita a sentirte como en casa. Y, como decía don Manrique, a huirle al mundanal ruido.

Entonces, luego de una visita al Rebelde, salimos a un paseo por el río, a descubrir su unión con el grande como mar

Y, otra vez, aunque no lo crean, volvió el gurí que nunca se va del todo, para traerme el recuerdo de las travesías del Uruguay con papá, en aquellos botes a vela. Y, por supuesto, como lo hacía entonces hacen ya más de 80 años, hundí mi mano en el agua, y, milagro, esta también estaba tibia como aquella.



Fue un paseo espléndido, tal vez más para mí que para los compañeros; ellos son personas normales. No todos llevan a cuestas horas enteras de la infancia esperando, a la orilla del río gigante, el salto de una mojarra o la flecha tornasolada de un martín pescador hundiéndose en el agua para salir con su presa en el pico. Por otra parte, para mí fue más corto porque abandoné el gomón antes del fin del paseo. Mi cintura ya no es la de ayer. No entiendo porqué; al final los años no son tantos. No digo cuantos porque no me acuerdo.



Olvidaba que los anfitriones nos invitaron a almorzar en el parador. Pedí una milanesa y el plato le quedaba chico. A babor y a estribor del pobrecito, varios centímetros de esa milanesa asomaban victoriosos. Además, papas fritas y ensalada con tomates de la casa. Realmente linda comida de verano. (la ensalada).

Dormí una pequeña siesta a bordo del Rebelde. Ya por la noche, nos alejamos de la luz de la posada, no demasiado, pues me invitaron a mirar la maravilla del firmamento. Realmente sobrecogedor. Hace poco estuvimos en el Lunarejo y luego en la quebrada; nada que ver. Tal vez acá la luz sea menor, y por eso el milagro es mayor. Volví a ver en toda su gloria la vía láctea, Sirio, las siete cabritas, las tres Marías y la cruz del sur. Y las estrellas de primera magnitud, que no las veía en todo su esplendor desde mi niñez, cuando con mi hermana Lola nos pasábamos horas panza arriba descubriendo dibujos en el firmamento hasta que desde casa nos llamaban. ¡ les va a hacer mal el sereno!. …Y, como todo termina, el día y el paseo también lo hicieron. Y de vuelta a casa. Felices y agradeciendo a esa gente querida la invitación. . Y, hasta la próxima que esperamos sea en la Cueva del Santi o en mi patio de los helechos, junto a los compañeros de esta aventura, con la compañía de algún otro componente de esta asociación para delinquir.

y por si todo fuese poco esta fue la música que nos acompaño todo el paseo, una verdadera maravilla que les dejo para que disfruten ustedes también


8 comentarios:

andal13 dijo...

¡Maravilla!
Se ve que algo hay, porque a vos cuando recorrés los caminos de la patria nunca te pasan los contratriempos que a nosotras con el rojito.
Tal vez será que llevamos agua sin gas, en lugar de equinos blancos o Juancitos caminantes.

El Tata dijo...

Andrea; no sé como el rojito arranca, pobrecito, si te ve cargar con agua que ni siquiera gas tiene.
A los campos de la patria, y más ahora con la sequía, hay que rociarlos, no importa con que líquido. siempre que mantenga el espíritu entonado. Tanto da que esos líquidos galopen o caminen. Un abrazo

Fernando Terreno dijo...

Nosotros lo pasamos bien de bien (me quiero hacer el uruguayo pero me sale el cordobés). Hermosas las fotos que prolongan la alegría con los recuerdos. Tata , si podés aclaranos qué son las pitangas esas. ¿son moras?
Un abrazo y un alegrón.

El Tata dijo...

Fernando;eso de que te salga el cordobés no me queda claro. Si es por lo de bien de bien, acá entonces nos acordobesamos, por que se usa siempre. Después de todo, el dialecto rioplatense nos es común a todos. En cuanto a la pitanga,es una planta indígena, evidentemente común al continente en su parte cálida, islas incluídas. La ví en Cuba,de un tamaño mayor a las de acá; tal vez por el clima más cálido. Acá que somos un pañuelito, ya a los montes del sur no llegan. El nombre indígena es ñangapiré. Tiene propiedades digestivas, pero ojo; también tranquilizantes,en especial para algunas actividades. Por lo que no te la recomiendo. No quiero reproches de
Susana.

FLACA dijo...

No regar el campo con equinos blancos o con el Juancito caminante debe ser entonces la causa de lo que me ocurrio el domingo en la ruta 11 con el viejo VW, gracias a ustedes lo develo.
Mirá, Fernando: no tendré auto que marche, pero hay pitangas en un árbol en el fondo de casa.

Precioso tu relato, Tata, como siempre; es lindo ver los acontecimientos de ese día que me perdí y cómo se van entretejiendo con tus recuerdos, lo que los hace más intensos. Un abrazo.

El Tata dijo...

Flaca: tenemos que encontrarnos; no es cuestión de comentarios y si te he visto no me acuerdo. T%engo un señuelo; voy a reproducir unos cd de don Felipe Telemann que se te van a caer las medias. Pero para tenerlos, vos y quien los quiera, tienen que venir a buscarlos al patio de los helechos con apetito a cuestas. Lo ideal sería que fueran varios de los de la cofradía, incluído algún cordobés y Sra; pero se van en amagues. Con los demás espero poder contar.

FLACA dijo...

Tata: sos un pícaro. Hacés chantaje escrito y sonoro... Ando sin auto y con la tendinitis arreciando en el brazo derecho, pero veré qué puedo hacer.Ya sueño con Telemann y los helechos y los malvones. Besos.

Beatriz Barrios dijo...
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