Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

sábado, 18 de abril de 2009

Recuerdos del río.



Este Juan Pascualero, el del blog “El cuchillo del herrero” con su casa anfibia, reflotó un montón de vivencias, perdidas en el tiempo pero nunca olvidadas. Todas tienen que ver con el (mi) río y su entorno.
Y aunque para quienes no vivieron esos momentos irrepetibles de la irrepetible infancia suene exagerado, hay cosas que cuando niño, como atravesar el río enorme en noches de verano o pisar descalzo el rocío de la mañana las disfrutábamos pero sin asombro, hoy, recuerdos queridos, hacen que sintamos muy hondo cada momento parecido a aquellos. Por eso en Piriápolis cada amanecer me parecía mágico. Si bien al estar rodeado por cerros faltba la distancia infinita del campo interminable, se nos perdía la vista en lo infinito del mar. Y pienso en los gurises de ciudad que al levantarse solo ven dibujitos o entran a internet. Por supuesto que es fantástico. Ojalá hubiéramos tenido nosotros también esa posibilidad. Pero; ¿que sentirían esos mismos gurises si un amanecer vieran en el espejo de un arroyo quieto subir como una gasa transparente el vapor que se desprende del agua hasta desaparecer en el silencio poblado de pájaros, al que quiebra cada tanto el ¡plop! de una mojarra que al saltar deja en el agua de ese arroyo, como decía don Juan Zorrilla, el dibujo de temblorosos círulos concéntricos. Seguramente sin saberlo, guardarían en lo más hondo el asombro que viviría de nuevo cuando de nuevo fueran testigos del milagro. Por eso traté, siempre que pude, que primero los hijos y luego los nietos, participaran al máximo de esas experiencias.

El Santi si bien no tuvo el río, sí fue dueño de un terreno de 500 metros con arboles para sentirse Tarzán. Pero ya contaré sus otras habilidades. De Liliana tengo una foto a sus tres añitos, mirando ensimismada paradita en la orilla el arroyo Solís, en P. del Plata. Y los tres nietos, si bien ya habían tenido desde su primera infancia las vacaciones felices llenas de sol y de paisajes, la primera madrugada milagrosa la tuvieron en termas del Arapey. Eran unos días increíbles. Una mañana le gané la levantada al sol y fuí testigo del episodio del vapor sobre el Arapey y el salto de la mojarra, círculos incluídos. Esa noche los invité a madrugar el día siguiente. Aceptaron y, pobrecitos, me los saqué de la cama al amanecer. Virginia y Tania, cuando les pregunté la semana pasada si lo recordaban, me contestaron las dos que todavía sienten el perfume del amanecer. Y el Risueño Fantasma, seguramente no lo olvidará nunca.


De las habilidades de mi nene, además de sus hazañas arbóreas, así como del Risueño, ya me ocuparé.

(NOTA: Fotos del río Arapey publicadas por Marcelo en Picassa Web )

5 comentarios:

andal13 dijo...

¡Qué belleza! El río, el relato, los recuerdos...

Los ríos en esta parte del mundo tienen una mansedumbre y una belleza particular... y otros, son tan caudalosos y cantarinos...
Más de una vez me he puesto a pensar en los conquistadores españoles, hace 500 años, cuando llegaron a estas tierras y se encontraron con estos ríos, tan majestuosos y bellos, tras haber dejado esos riachitos tristes allá en sus pagos...

FLACA dijo...

¡Tata!...volviste al fin. Cuánta emoción en cada recuerdo y cuánta intensidad en cada sensación de ésas evocadas. Claro que sí, que la interné y los dibujitos están buenísimos, pero que nada puede superar en un niño al asombro de descubrir la naturaleza.

Me gustan mucho los ríos; adoraría vivir en la costa de alguno de aquó.

Bea dijo...

¡Hay Tata!, siempre "jugando" con el corazón de los sencibles...

Como siempre me parece hermoso todo lo que nos cuenta y lo maravilloso que sé que fue como Padre y Abuelo.
Jamás se olvidarán que los despertó de madrugada. Al contrario, siempre se lo van a agradecer.

Usted dice: Pero; ¿que sentirían esos mismos gurises si un amanecer vieran en el espejo de un arroyo quieto subir como una gasa transparente el vapor que se desprende del agua hasta desaparecer en el silencio poblado de pájaros, al que quiebra cada tanto el ¡plop! de una mojarra que al saltar deja en el agua de ese arroyo, como decía don Juan Zorrilla, el dibujo de temblorosos círulos concéntricos. Seguramente sin saberlo, guardarían en lo más hondo el asombro que viviría de nuevo cuando de nuevo fueran testigos del milagro."

Bueno, yo le cuento que una de mis nietas (su bisnieta afectiva Sofía), frente a una pregunta realizada por una profesional, acerca de lo que ella consideraba un pensamiento "lindo", le contestó:
"Cuando veo una mariposa y pienso que puede volar".

Entonces Tata, no pierda las esperanzas...
Muchos son los gurises que se levantan con los dibujitos de la TV, o con Internet...
Pero siguen habiendo gurises que se emocionan con cosas tan maravillosas como la naturaleza misma.
Al igual que Ud. y muchos de nosotros...los que no nos cocinamos en el primer hervor.
Gracias!

El Tordo dijo...

Querido Tata: te compro tu descripción, si a los 87 tengo tu alegía de vivir.
Hace poco releí "Recuerdos de un flautista, un rio, una orquesta y un quinteto".

¡que me podés contar que no sepa!, pero no te hacés una idea lo que me gusta charlar contigo y leerte.

el río es fantástico, pero es mejor lo que trasmite tu relato, porque importan tus ojos y el cristal que usás.

andal13 dijo...

Tata, vengo a decirte bajito, para que nadie se entere, que me emocionó mucho lo que escribiste en mi blog.

Un beso enorme.