Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

miércoles, 4 de mayo de 2011

CLUB DE LECTORES - Colaboración de Fernando Terreno.

Destino de mujer

Cuento de Roberto Fontanarrosa

Aquellos que conocieron un Rosario pecaminoso, un Rosario receptor de mujeres de todo el mundo que llegaban a Pichincha para ejercer su triste e infame comercio, no pueden olvidar a María Antonia Barrales.
María Antonia Barrales era un hombre de postura arrogante, corto de palabras y rápido para la acción. Se había acostumbrado a la violencia y convivía con ella desde muy pequeño. No era extraño; había nacido en un conventillo de calle Urquiza, donde calle Urquiza cae hacia el río y transitó una infancia libre y difícil donde aprender a defenderse era primordial. Los carreros que salían con las chatas desde los almacenes de Rosenthal lo vieron trenzarse a golpes y ladrillazos con el piberío. Casi siempre por la misma causa; la feroz burla que causaba su nombre: María Antonia Barrales.
El culpable había sido su padre, pero nadie le daba tiempo para explicarlo. Nadie le creía cuando él contaba que don Simón Barrales anheló siempre tener una hija. Y que había decidido que llevaría por nombre María Antonia. La madre de don Barrales, una genovesa terca y trabajadora, insistía en que debían ponerle "Enrica". Y los sucesos se precipitaron, faltando dos meses para que la mujer diese a luz, la policía descubrió que don Simón Barrales robaba kerosén, naftalina y cueros de los almacenes de Rosenthal, donde trabajaba. Descubierto el hombre debió huir. Pero antes, empecinado, cumplió su sueño. Fue al registro civil y anotó a su próximo hijo con el nombre de "María Antonia Barrales". Adujo que de la misma forma en que hay niños que se anotan mucho después de nacidos, así como hay criaturas que van solas a registrarse, él usufructuaba el derecho de anotarla antes.
Además, descartaba el riesgo de que su mujer se saliera con la suya de bautizarla con un nombre itálico.
Y así creció María Antonia, debiendo hacerse respetar a golpes de puño, puntapiés y adoquinazos.
Le soliviantaba hasta la exasperación al muchacho que lo llamasen "María Antonia". Pidió al principio que le dijesen "María" y, más tarde y cansado de luchar, "Nené". Pero no hubo caso. Creció y se hizo hombre con ese baldón, con esa marca que traía desde la cuna.
Pero no era siempre gratuito llamarlo así. Una vez, en un baile en uno de los piringundines del Bajo, en la "Parrilla-Dancing La Guirnalda" de don Saturnino Espeche, María Antonia Barrales se enojó, no quiso que un engominado compradito venido del San Nicolás le gritara su nombre en medio de la pista. María Antonia sacó un revólver y le pegó tres tiros al atrevido. Le dieron cuatro años. Pero el juez actuante en la causa dictaminó que debía purgarlos en la Cárcel de Mujeres.
La cosa fue en los Tribunales viejos de Córdoba y Moreno y hay gente que se acuerda todavía. María Antonia elevó su voz de tenor en la protesta: él no quería ir a la Cárcel de Mujeres. El juez aceptó escucharlo, pero miró la partida de nacimiento y fue muy claro:
—Acá usted figura como María Antonia Barrales, caballero —le dijo, mostrando los papeles—. Persona de sexo femenino.
María Antonia en su ofuscación, perdió la línea. Sin dar tiempo de nada a los guardias, se bajó los pantalones y mostró su hombría.
Le recargaron la pena en dos años por exhibición obscena frente a un juez de la Nación.
Cumplió su condena en la Cárcel de Mujeres y volvió a la libertad.
Trabajó como estibador, carrero y matarife en el frigorífico de Maciel. Cada tanto retornaba a la cárcel por trenzarse en peleas a causa de su nombre. Fue en una de esas peleas que reparó en él don Teófilo Carmona, el caudillo radical, patrón y soto de barrio Triángulo. Lo sacó de la cárcel y lo tomó como guardaespaldas. En cien entreveros María Antonia hizo derroche de coraje, sangre fría y hasta crueldad innecesaria.
Pero todo fue inútil. El estigma de su nombre volvía sobre él, como una enfermedad recurrente. Y se dio por vencido.
Dejó el revólver, se apartó del cuchillo, y se casó con don Teófilo que desde tiempo atrás venía proponiéndole una vida más tranquila en los patios silenciosos de su casa solariega.
Allí cuidó niños ajenos, aprendió secretos de la cocina criolla y tejió para afuera.

7 comentarios:

Zully dijo...

Hola Tata¡¡¡ Enhorabuena la colaboración de Fernando con este cuento del Negro:), genio humorista que recuerdo con tanto cariño en lo particular, mas desde sus humor gráfico. Me encantaba Inodoro Pereyra - el renegau- y su amigo Mendieta, no tanto Boogie, o casi nada Booogie, me pareció un personaje de lo mas machista y maltratador, en las antípodas de James Bond, obvio pero igual, no me gustó¡¡ De todos modos, era adicta a "Humor R." al punto de coleccionarlas.
El cuento resulta tragicómico, más se si toma en cuenta que en realidad existieron padres -quiero pensar que quedó en el pasado- que cometieron esos atropellos contra sus hijos, de darle a un varón nombre de mujer y viceversa, y Registros de Estado Civil que lo permitían. El hilván del cuento ya de por si es graciosísimo: vos te imaginás a un tipo huyendo de la justicia -por robar entre otras cosas, naftalina¡¡- pero antes, pasando por el Registro a anotar a un hijo aún no nacido? Es descabelladamente gracioso el "alegato" de Don Barrales para justificar la inscripción "anticipada" de su futuro hijo, pero ojo, bajo ese humor grosero, podría verse una crítica a la realidad rioplatense de las inscripciones tardías. Hace pocos meses atrás, hablando con una asistente social de Florida -año 2010- me contaba de sus sufridas recorridas por campos, chacras, ainda mais, buscando "personas" que no hubiesen sido inscriptas ¡y se encontraba con muchos¡ Creo que el el derecho a la identidad, más allá del humor fácil que pareciese surgir a simple vista, es el verdadero trasfondo del cuento.
Las pinceladas de humor con las que va pintando el personaje de María Antonia, son geniales: un pibe que va creciendo a fuerza de golpes ante las peleas causados por las burlas por su nombre; que al principio comienza a pedir que le llamen "María" -podría haber elegido "Mario" o cualquier otro- para luego pasar a "Nené", que también es ambiguo, pues se usa tanto para hombre como para mujer; la voz de "tenor" -leo "histeriqueo", pues podría haber sido su voz gruesa o de barítono- pidiendo que no lo envíen a la Cárcel de Mujeres¡¡¡ jajajaja, cualquier hombre hubiese alucinado al ser enviado a Cárcel de Mujeres¡¡

Zully dijo...

De hecho, salen "camiones" desde Cabildo al COMPEN cada 15 días para "visitas sociales", aquí en Uruguay:), y el Nené tenía un harén a su disposición por estar en cárcel de mujeres y sin moverse; no sé en qué año fue escrito este cuento, pero el detalle de la bajada de pantalones y exhibición de su "hombría" ante un Juez de la Nación que aumentó en dos años la pena, jjajajaja, No sé si recuerdan los problemas "intestinos" de algunos jueces durante la dictadura argentina, causados por las "exhibiciones" públicas de sus vidas privadas con personas de su mismo sexo........ honestamente esto es algo que simplemente comento, puede no estar relacionado con el cuento, pero....; los oficios "rudos" que siempre ejerció el personaje, carrero, estibador, matarife. Hasta que en él reparó el caudillo radical don Teófilo "Carmona"¡ (tristemente "célebre" apellido desde la dictadura de Portugal de 1926, el General Carmona), patrón del barrio Tríangulo (triple A?), quien lo saca de la cárcel y lo contrata como gorila, época en la que Nené hace derroche de sangre fría y hasta de crueldad innecesaria "en cien entreveros" -ya no por su nombre- pero de última, el estigma de su nombre regresaba ¡hasta que se casó con don Teófilo¡¡ La ley se lo permitía, no? (tantas leyes se hicieron durante esas épocas con nombres y apellidos¡¡, aquí en Uruguay, el divorcio por separación por mas de tres años salió "a pedido" de varios militares deseosos de deshacer sus vínculos matrimoniales, en el año 1978, bajo el "mandato" de Aparicio Méndez.
La cuestión que el Nené y el Teófilo se casaron, fueron felices y comieron perdices, el Nené se dedicó a cuidar hijos "ajenos" de madres con domicilios desconocidos; cocinó, planchó e hizo crochet:)
Sinceramente Tata y Fernando, gracias por el cuento del negro. No lo había leído nunca y la verdad, qué forma de decir las cosas de una epoca, sin decirlas. Un cuento tragicómico, reitero, con mucho "pienso" para pasar desapercibido.
Un besote grande Tata¡¡¡ Saludos también a tí Fernando y al resto de la cofradía
PD: (como habrán apreciado, no me caracterizo precisamente por lo escueta, sorry¡¡)

El Tata dijo...

Zully; voy a tener que leer nuevamente este regalo del rosarino genial; me hiciste, con tus comentarios, verlo en su real dimensión. un besote

andal13 dijo...

¡Ma - ra - vi - llo - so!

Un predestinado, María Antonia.
Gracias a Fernando por el aporte, y a vos Tata por publicarlo.

El Tata dijo...

Parece mentira, pero es la purísima verdad. La única manera de enterarme de tu existencia es si publico en mi blog algo que no me pertenezca. De lo contrario,tal vez por celos retrooactivos,no te dignás hacer el más mínimo comentari para acusar recibo de mi despertar al amor. Pero no importa; mi generosidad todo lo perdona. Idioteces aparte, un abrazo bien fuerte.

El Tata dijo...

Andrea; como te darás cuenta, me olvidé en el comentario anterior de especificar a quien iba dirigido. Elegí el adjetivo.

Zully dijo...

jajajajaja sos un show aparte, Tata¡¡ Tu "despertar al amor" nos debe segundas partes¡¡¡
Abrazo, besos y buena vida