Ya, en cierto modo, me conocen. Mi nene, el Santi, sin autorización,(atrevido como siempre,) publicó el relato de mis recuerdos. Como se habràn dado cuenta, no nací ayer. Con mi amigo del alma, Häberli, que se me fue hace poco, decíamos que con Benedetti e Idea Vilariño, somos de la sub 20. Por el año en que nacimos. Los espero.Tata

miércoles, 9 de abril de 2008

de Auroras y Amanecidas

Acabo de leer el último comentario de Rossana: "Mañana hablo de mi infancia, hoy estoy reventada".
Casualmente, yo hoy no lo estoy. Y si bien no es exactamente de mi infancia, tiene que ver con ella porque el que se asombraba ya con más de sesenta años en el lomo, era el mismo gurí que por suerte nunca me abandonó, o, andá a saber, nunca dejé que se fuera, desde aquellos tiempos en que con aquel viejo irrepetible que fue mi padre, después de tocar èl con su orquesta en Monte Caseros, cruzábamos el mágico río Uruguay en aquellas mágicas noches del verano norteño. Creo que entonces esas vivencias, sumadas a las anochecidas llenas de estrellas y silencio, me enseñaron a soñar.
Este preámbulo es necesario para entender lo que viene ahora.
En 1987, es decir, a mis 67, por primera vez pude materializar un viejo sueño. Ir a Europa. Pero ir y no traer un documento vivo, era impensable. Y, cuentas exaustivas mediante, me compré una cámara filmadora. Y esa cámara fue la protagonista de la materialización visual de algo glorioso pero, si no se puede atraparlo, fugaz. Y por suerte, con mi cámara, pude hacerlo. Y no en Europa. La Flaca querida habla de don Atahualpa; uno de mis referentes. Él dice, en una de sus canciones , "de auroras y amanecidas". Y yo, en mi ignorancia,(nunca me había levantado a ver una aurora), pensé; el Ata es medio redundante. Aurora y amanecida son lo mismo. Entonces, para salir de dudas, una mañana gloriosa de Enero en nuestra casita de Piriápolis, me levanté cuando se acostaba la última estrella,(que lo parió, que imagen cursi) agarré la escalera, la filmadora, y me subí a lo más alto del techo.
Y el Atahualpa tenía razón.
La aurora, como dice (decía) Homero, pinta con sus dedos rosados el horizonte, y es mensajera del silencio. El amanecer, en cambio, explota en luz y llena de cantos de pájaros ese silencio. Más adelante en el tiempo, estando en las Termas del Arapey donde habíamos ido con los tres nietos, un lugar que no estoy seguro, pero creo que no está a más de 100 km. de mi pueblo, un mañana norteña me levanté al amanecer. Por suerte llevaba la cámara; fue impresionanta ver asomar el sol, explotando en luz, por sobre los árboles del monte. Entonces me dije;que me perdonen; pero ya me lo van a agradecer. Y al día siguiente los saqué de la cama a los tres al amanecer , y los llevé a ver algo que nunca olvidarán.

Una pregunta impertinente a los que esto lean. ¿cuántos de ustedes vieron, no digo una aurora, sino un amanecer? No sean vagos; hagan la prueba

14 comentarios:

FLACA dijo...

Tata divino:
Volví.¡Qué maravilla!... Veo que se las está arreglando sin el Santi y que empezó a publicar. Me he quedado pensando en eso de "amanecida" y "aurora", nunca lo había visto así; ese don Atahualpa era un sabio. Imagino lo que habrá sido esa experiencia en Piriápolis, mate y filmadora en manos mirando amanecer y aurorear en los cerros desde aquel patio maravilloso donde venían a comer los gorriones. Yo he visto amanecer más de una vez, pero recuerdo especialmente una, con Él en Las Flores. Ahora, la próxima vez que logre madrugar, pondré especial atención en las auroras.
Comparto el gusto por esa imagen de Homero," la aurora de rosados dedos", a quienes los griegos llamaban Eos, y los romanos creo que Iris (aunque de Iris no estoy tan segura)
¡Vamo' arriba el Tata, que noninó!
Un abrazo fuerte y apretado.
La Flaca

El Tata dijo...

Hola Flaca querida; ¿viste? estoy aprendiedo. Estoy en deuda con todos los que me escribieron, pero espero ponerme al día. ¿Que lentes usás, si es que usás?. Digo por lo de divino. Sabés que no puedo dedicar mucho tiempo a las comcaciones, porque acá la cos no anda nada bien. Un abrazo fuerte fuerte a todos; y sabés que a vos te quiero mucho
Tata

FLACA dijo...

Más divino todavía:
otro abrazo, esta vez desbordado de afecto.

ro dijo...

Hola, Tata! Ni siquiera cuando me reconstruí, vine a contar de mi infancia, y ahora está fuera de tema. Yo tampoco sabía de eso de las amanecidas y las auroras y también hubiera jurado, con mis 51, que era una redundancia! O sea que lo único que tengo claro es que he visto salir el sol, también en Las Flores, como la flaca, pero en tiempos distintos seguramente.
Y a esa hora uno ve cosas distintas o que pasan por distintas. Ahora yo estoy trabajando en el Liceo 61 que queda frente a una ensenada o bahía (no sé bien qué es qué) y cuando llego no salió el sol y en ese momento lo veo salir. Es espectacular y me deja convertida en mejor gente para el resto de la mañana. Como agradecida. Una vez con esa luz que salía vi un jinete atravesando por ahí, con el agua a la mitad de las patas del caballo y yo pensaba que ahí era muy hondo! He visto garzas, patos y también llantas. Creo que muy poca gente conoce este lugar: Calle Egipto y Japón.
Besos

FLACA dijo...

¿Qué es eso, un liceo o un paraíso?

ro dijo...

Por lo que lo rodea es un paraíso. je...

ro dijo...

Adentro es un Liceo que podría ser el modelo de muchos de los liceos privados. Tiene una biblioteca espectacular con sala de computación incorporada, con vista a esa bahía, que es un lugar de privilegio para quienes quieran ir a estudiar. Sin duda, para muchos de esos gurises, que vienen de hogares con problemas económicos, es casi un paraíso.

andal13 dijo...

Mis auroras y amanecidas se remontan a unos cuantos años atrás... salir de un boliche (discoteca por ese entonces) con la cabeza llena de noche, y encontrarse con que afuera asomaba "el maldito", y no, ¡horror! no eran las luces del estadio... la ciudad amanecía, se desperezaba y nosotros nos íbamos recién a dormir...
Cierto que las auroras y amanecidas en el campo tienen otros colores, olores, sabores y sonidos... cuando las gotitas de rocío se van tiñendo de rosa y de púrpura y el aire adquiere una transparencia única (¿viste que también puedo ser cursi?)
Para salidas de astros, prefiero la de la luna, y diría concretamente, mirando el Atlántico desde la arena de una playa de Rocha, cuando las noctilucas encienden la cresta de la ola, y de a poquito va asomando la luna, roja y enorme...
Pero lo mejor de todo, es estar panza arriba en el campo, o en la sierra, en el medio de la noche, contando una a una toditas las estrellas de la Vía Láctea...

Emilio Blanco dijo...

Hay y auroras y auroras. Como dice andal, hemos sufrido horrorizados cuando se anuncia "el maldito", cuando la aurora no tiene nada de rosado y es un puro desvanecer de la noche, y las cálidas telarañas de la juerga nocturna se disuelven. Con horror hemos visto esas auroras y nos hemos resignado a las amanecidas.

Pero también estuvieron las otras, las amanecidas de campo húmedo, cuando el mundo está recién hecho, cuando tenés la gloria de un mate que te hace sentir grande, y a un abuelo que te hace sentir un amigo.

A veces la soledad es imprescindible para vivir, pero a veces necesitás tener a alguien al lado para darte cuenta de lo que estás viviendo. En mi caso, cuando niño, ese alguien fue el autor de este blog, en lo que se refiere a las amanecidas. Y en lo que se refiere a la música, todavía lo sigue siendo. Incluso a la distancia; para escuchar a Bach, o al Mago, todavía me imagino que tengo a mi abuelo al lado. Sólo así me doy cuenta de lo que estoy escuchando.

Susana Peiró dijo...

Hola Tata: El amanecer es mi momento preferido del día. Y en ningún otro, me siento más viva y con más energía.
Le dejo un poema de Luis López Anglada, alguien que dice infinitamente mejor que yo, de la alba silenciosa:

No fue la aurora. Fue que, de repente,
los pulsos rebosaron de las venas.
Fue que las manos se sintieron llenas
de una callada claridad naciente.

Fue que en el corazón brotó, impaciente,
un desusado pulso de azucenas.
Fue que la sombra se deshizo, apenas,
cuando la luz la desbordó en torrente.

Fue la rosa del sol naciendo, erguida,
como una voz, de pronto, en las montañas.
Fue el cielo, el aire, el cántico, la vida.

No pudo ser el alba silenciosa.
Fue el amor despertando en mis entrañas
como una inmensa mano poderosa.


Un beso para usted!

Anónimo dijo...

rossana querida; te entiendo; cuando todavía no se habían percatado de mis años y hasta no hace mucho daba mis clases en la escuela universitaria de música,en un salón desde el que se veían eluerto, el cerro y la bahía. yo daba mis clases de tarde. así que ahí, los míos eran atardeceres. algunos impresionantes, a pesar de los contenedores y alguna que otra claraboya oxidada ue interfería, o hacía más vivo el paisaje. ese salón lo compartíamos con "El". la flaca sabe a quien me refiero. de manera que sin saberlo, el paisaje también lo compartíamos contigo. no era un paraíso, pero sí hermoso. un beso

El Tata dijo...

Susana; gracias por tu regalo. Yo siempre digo que felizmente, en lo que tiene que ver con lo material, no sé ni supe nunca lo que es sentir envidia. Solo a los creadores reprocho que no me cuenten entre los suyos. Precioso el poema; no lo conocía. Un beso

Anónimo dijo...

Jaja, navegando por la Web encontré este blog, y escribo simplemente para decir que YO FUÍ A ESE LICEO!! un par de años atrás... Y por suerte tuve clases de tarde y de mañana, para comprobar la diferencia...
Como estudiante de Arte y Comunicación solo me queda decir que ver salir el sol allí era eso mismo que se supone tenía que estudiar: arte y comunicación... Bueno, sin más me despido.

Rodrig-

olga dijo...

Hola, lamento no haber llegado antes, pero acabo de descubrir este blog de maravilla que me descubre a esta maravilla de persona.
Un abrazo grande desde el mismo rincón donde usted nació, desde la Bella, donde vemos auroras y amanecidas cada día.
Olga Traba Carballo