viernes, 2 de enero de 2009
A los compinches.
Pero llegó el 2009, y como a pesar de eso permanezco, quiero hacer llegar a todos los cofrades, los compatriotas y los de allende el río y los mares, un abrazo enorme. No pongo lo que se estila en estas fiestas, felicidad, etc. etc., porque en ese abrazo, además del cariño, van todos los buenos deseos habidos y por haber. Otro abrazo más fuerte
sábado, 18 de octubre de 2008
SEGUNDA ENTREGA


Al llegar a la Estación Central, en Montevideo, nos esperaba mi cuñado al que le habían prestado un auto. Marchamos por 18 de julio, después por Avenida Italia y bordeamos el estadio construido dos años antes y dónde se ganó el primer mundial de fútbol de la historia. El mismo estadio donde después vi jugar a los para mí semidioses, Scarone, Petrone, Cea, Urdinarán, el manco Castro, Lorenzo Fernández, etc. todos campeones mundiales. Todos ellos, como lo dicen sus apellidos, auténticos representantes de la garra charrúa. Era un placer verlos jugar. Salían por supuesto a ganar siempre, pero a divertirse y deleitarnos. Ya sé, aquellos equipos no les ganarían a los de ahora; no tenían el entrenamiento profesional, no había táctica ni estrategia 4 2 4 - 4 3 3 etc. y si aparece un habilidoso, traumatología con el. Lo cuento y no me creen. En el nacional del quinquenio, (todos de pie) del 41 al 45, Ciocca, al que no lo paraban ni con un lazo, jugaba sin canilleras y de medias caídas. No sé si en todo ese tiempo estuvo con un par de lesiones menores. Te imaginás ahora. Sería habitué del CTI.

Paisajes y vivencias nuevas, experiencia distintas, pero pesar de todo, seguían siempre vivos el riacho, la pampita (la vaquita familiar), y los compinches de las tenidas de trompo, cometas, bolita, y, como dice el Sabalero, corridas de panaderos. No panaderos de oficio, sino las semillas voladoras de los cardos a las que llamábamos así, y no eran fáciles de alcanzar.
Una aclaración. Los acontecimientos para mí relevantes ni sueñen que aparecerán en orden cronológico. El orden de mis relatos es siempre caótico. Los acontecimientos siempre fueron “en aquellos tiempos".
Durante años soñé volver al pueblo. Cuando me atacaban las saudades, tomaba cualquier tranvía, cerraba los ojos, y el traqueteo de la ruedas era de nuevo el del ferrocarril que me acercaba a mis pagos. Y, aunque no lo crean, con la excusa de conseguir el abono más barato, invité a Pascual, un amigo, a inscribirnos en una escuela nocturna. Sé que es tonto; pero de esa manera quería rememorar mi niñez. Por supuesto, como dice el tango, que desencanto tan hondo.

La suerte quiso, (siempre la suerte me acompañó) que a poco de llegar a la ciudad fuera a vivir al mismo barrio donde lo hacía el que después fue mi maestro. Él era el flautista solista de la Ossodre. Si me hubieran dicho que 20 años después yo iba a ocupar su lugar, me hubiera reído. Él vivía frente a lo que hoy es Avenida Centenario, en ese entonces "el campito de Pérez" donde jugábamos al fútbol hasta la noche. Ahí me hice amigo de su hijo menor; y con Pascual, un componente de la barra, iniciamos una amistad que hasta hoy se mantiene. Somos bastante distintos en muchos aspectos, sin embargo, tenemos en común que nos puteamos y nos decimos lo que creemos nuestras verdades y nunca, (van 75 años que multiplicados por dos dan 150) hemos dejado de tomar una juntos en nuestros respectivos cumpleaños.
Cambiemos de tema. Ahora hablan de crisis. Crisis eran las de antes, la del 29, que aquí llegó a partir del 30, fue terrible. Con esa excusa, el presidente Terra, colorado él, dio el golpe de estado del 33. Suicidio de Brum, muerte de Grauert, y don Emilio Frugoni, rector de la universidad, atrincherado con los estudiantes resistiendo la dictadura. Por supuesto, lo sacaron de los fundillos. Pero dio el ejemplo y como las papas quemaban, a fines del 34 con mis 14 recién cumplidos, a trabajar de mozo en un boliche refugio de prostitutas y proxenetas (bah, cafishios de puta pobres les decían) situado en el barrio del Puerto Rico. El nombre lo tomó de un bailongo de hacha y tiza que funcionaba en un galpón con piso de tierra al que antes de empezar el baile regaban para aplacar la polvareda y donde a los milicos de la Guardia Republicana, (ahora coraceros) les hacían sacar las espuelas para entrar. Ahí inicié mis estudios secundarios. Los continué en una fábrica de bisagras, la herrería del que más tarde fue mi cuñado, y con un señor que construía casas como las de Jacinto Vera, casas de lata por fuera y por adentro madera.
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Los estudios "universitarios" llegaron a los 17.
Pero antes, a los 15, llegó a mis manos no recuerdo cómo, aquello de Juana:
Descanso
Delicia, delicia de la casa en sombra
de la casa fresca bajo la canícula
de la mecedora y el libro en la verde
penumbra del patio techado de parras
donde runrunean avispas glotonas
y toda la siesta canta una chicharra.
Y luego, ¡delicia del sueño que afloja
la loca y eterna tensión de mis nervios!
Y pensé que no debajo de un parral, sino panza arriba en una enorme piedra de molino que había en casa, yo también disfrutaba de la sombra de un duraznero rosado en primavera y verde en el verano, también con un libro y en primavera, todo un enjambre de abejas y en verano escuchando no una, sino cien chicharras.

Entonces le pedí a un amigo que tenía un libro con sus poemas que me lo prestara. Cuando vi en la foto de la portada sus ojos y su boca, que para mis 15 años eran boca y ojos de diosa y leí cuando le canta a su río nativo, me enamoré sin remedio y para mi deslumbramiento final, “La hora” y “Amémonos”. Más de 40 años después, fui testigo y participé en su despedida definitiva, en el mismo Salón de los Pasos Perdidos donde hace 50 años la proclamaron Juana de América Fue despedida por su pueblo como ella lo quería. Recuerdo que Miguel Patrón que dirigió la orquesta con la que la despedimos, me dijo: “¿Viste Santiago, qué linda está?”. Y realmente se la veía plácida y en paz.
Para la gente actual es difícil imaginarse las que habrá pasado en el Melo de hace casi cien años una gurisa de menos de 20 capaz de escribir: “tómame ahora” y “amémonos”. ¿Se dan cuenta del espanto de las beatas y las señoras de Pro del pueblo? piénsese que María Eugenia Vaz Ferreira, cuando Juana le envió su libro, se lo devolvió por inmoral. Qué lo parió.
Y llegaron los 17 y como dije, mi ingreso a la "universidad".
Mi aprendizaje empezó empujando un carrito de mano lleno de casilleros de leche. Eran de hierro; el plástico no existía y las botellas por supuesto eran de vidrio. En la calle Paysandú había unos departamentos donde no había ascensor. Tenía que subir tres pisos con un casillero que pesaba sus 15 o 16 quilos. Realmente me enriquecí con experiencias que fueron también enseñanzas. Sirvientitas, (todavía no se les llamaba empleadas), algunas encantadoras y otras no. No sean mal pensados. Digo como seres humanos. Y muchos de sus patrones, que también eran muy buena gente. Era el año 37 y aunque no lo crean, muchos de esos señores, que económicamente estaban muy bien, no tenían auto. Todavía no era un artículo de primera necesidad. Y andando en la calle, aprendí un montón de cosas.

Como la Kasdorf, donde trabajaba estaba en Uruguay casi Paraguay, y en Paraguay antes de llegar a Uruguay estaba la Casa del Pueblo, me paraba a leer los editoriales de “El Sol”, diario del Partido Socialista, escritos por Don Emilio, siempre fui, hasta cierto tiempo muy ingenuo. Pascual dice que muy nabo. Cuando leí aquellos manifiestos, rebosantes de justicia, solidaridad y todos los elementos necesarios para redimir a la especie, me dije: lo que sucede es que la gente en su mayoría no sabe lo que es el socialismo. Hay que colaborar para que lo sepan, cuando eso suceda, el mundo va a ser una maravilla. Como ven, Pascual tenía razón. Y me integré a la Juventud Socialista. Fue una experiencia preciosa. Salíamos de pegatina; (eran las primeras elecciones ya terminada la dictadura) hacíamos el engrudo con agua, harina y soda cáustica, y a cumplir con nuestro apostolado propagandístico. Y volvíamos de madrugada felices por la labor cumplida. Casi nada; ayudar a salvar al mundo y en la Casa del Pueblo nos esperaban con panchos calentitos.

domingo, 28 de septiembre de 2008
Prometí contar cosas sucedidas...
Como el viejo Caronte está ya sentado en la borda del bote con los remos en la mano para conmigo atravesar la Laguna Estigia, me ha dado por hacer un racconto de una cantidad de acontecimientos de los que algunas veces fui sólo testigo y otras también protagonista. No hay que olvidar que nací apenas 16 años después de la muerte de Aparicio Saravia, 2 de terminada la Primera Gran Guerra, y 70 de la muerte de Artigas. 18 menos de los que llevo al hombro. Todavía vivía alguno de sus contemporáneos.

PLUS ULTRA SOBRE BUENOS AIRES
Y hablando de aeroplanos, (todavía no eran aviones) el primero en llegar significó un acontecimiento al que no quedó nadie del pueblo sin ir a contemplar. Aterrizó en la cancha de fútbol.
No recuerdo la olimpiada del 24; pero sí fui protagonista en la del 28 y el mundial del 30; las dos finales ganadas a los argentinos 2 a 1 y 4 a 2. Fuimos todos en patota con cornetas y tambores a babosear a los vecinos de Monte Caseros, en el lado argentino. El río es ancho, pero se ve muy bien la otra orilla. Por supuesto estaba desierta. No se veía ningún correntino. Parece mentira; pero éramos dos pueblos verdaderamente hermanos. Como decía don Verídico, fóbal es lo que tiene.

La llegada de la electricidad fue memorable. Papá me decía; vas a ver que cuando la instalen, por oscura que sea la noche vas a poder ver un gato a más de una cuadra. El día de la inauguración, todas las casas abrieron puertas y ventanas, y encendieron sus lámparas uniéndolas a las de la calle. Banda de música, cohetes y festejo general, discursos incluidos.
A pesar de todo, en las afueras se podían ver nítidamente las tres Marías, las Siete Cabritas, la Cruz del Sur y la Vía Láctea, que para un gurí soñador era un camino luminoso poblado de misterio. Y, en Noviembre, no sé por qué, centenares de estrellas fugaces. Después, nunca más las vi con esa magnificencia ni en Pirlápolis, cuando salí a buscarlas, campo afuera, ya con más años a cuestas. Por más que me alejara, siempre había polución luminosa. Quien no vio una noche de verano del norte cuando no hay más luz que la de las estrellas, por más que quiera, no puede imaginarse lo que son. Por algo, hace unos miles de años, los griegos llenaron de dioses el Olimpo. Les bastaba mirar el cielo en una noche serena de verano para inventarlos.
Vi llorar a papá cuando murió, según él, el último de los tres José; Artigas, Varela y Batlle, forjadores del paisito. Y a medida que pasan los años, le doy cada vez más la razón. Igual que en Montevideo, la gente, el verdadero pueblo, lloraba a su representante. Lástima que se hizo verdad aquello de que nunca segundas partes fueron buenas. Y lo peor es que hay algunos hijos de puta que aún ensucian su nombre.
Después, en el 31, a Salto, al seminario. Otro mundo, asfalto, ví el progreso, (para mí) era el 31. Un tranvía de caballitos, agua corriente, luz eléctrica sin que se vieran los cables, y water con cisterna. .
Después en la Catedral todavía en construcción, las columnas de estuco imitando mármol, con sus artesanos italianos a los que todavía oigo cantar.
Y a las que me acerqué incrédulo , muchos años después, para encontrarlas como si hubieran salido de las canteras de Carrara. Esa gente ponía no solo oficio en lo que hacía, sin también amor.

“Cayó la flor al río,
los temblorosos círculos concéntricos,
balancearon los verdes camalotes,
y en el silencio del juncal murieron.”
…yo, todavía adolescente, volví a verme con los pies en el agua, sentado en una piedra a la orilla del río de mi infancia, pescando,(es un decir) bogas, y viendo caer no una flor, sino una oreja de negro como le llamábamos a la semilla del timbó, para formar círculos concéntricos, que no morían en el silencio del juncal, pero sí balanceaban camalotes.
Y le digo a la Flaca que siga siendo cursi. Es precioso. Yo lo soy. Y a mucha honra.
Y volvimos al pueblo, para marchar a Montevideo. Pero eso es otra historia. Dios dirá.
domingo, 21 de septiembre de 2008
¿Que son 88?
sábado, 6 de septiembre de 2008
CONSEJOS

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Consejos abuelo paternales que ayuden a una estadía que ojalá sea llevadera en un lugar como ese, inhóspito y estresante, rodeado de un paisaje monótono y nunca cambiante. Si los siguen, tal vez la estadía se les haga un poco menos dura.

(1º) No abusar de la caipirinha.

(3º) No abusar de la capirinha.
(4º) (Esto es continuación del 2º, algo que se me quedó en el bolígrafo) Vas a ver que el entorno y la playa nunca están iguales; cambian cada día.
Ojalá te toque un día en que los morros parezcan flotar sobre la niebla y el mar, como sobre algodón transparente. Claro que para eso hay que madrugar. No creo que Tati te acompañe. ¿se animan?
Donde seguramente te acompañará, pues vale la pena, es en el ascenso que debe ser nocturno,(puede ser diurno pero no es lo mismo), hasta la iglesia. Lo ideal es hacerlo en una noche serena; yo tuve suerte y se dió. Les cuento mi experiencia. Subí lento, imaginándome acompañado por las sombras de los que jamás dudaron que el subir esas escaleras los acercaba a Dios. Felices de ellos. Para no defraudarlos, (a los que buscan a Dios), cuando lleguen al primer descanso hagan una parada para mirar la ensenada y el pueblito que empieza a mostrarse; acérquense a una planta que crece sobre el lado izquierdo, (mirando hacia la iglesia) que tiene en las hojas, semejantes al lazo de amor, un brillo especial en la noche, y, desde ahí, mirando a la calle que trepa hacia el morrinho de la izquierda, si todavía no les quitaron las luces, las casitas iluminadas para navidad y año nuevo. Casualmente, mientras escribo, suenan las campanas dela misa de las ocho. Después, cuando ya no les quede nada por ver, aunque siempre queda algo, suben, si son capaces (cosa que dudo) de mantenerse en silencio, hasta la iglesia. Desde llí se ve el casco viejo del pueblo, y las curvas de la costa que dibujan las luces de los pueblitos. Y si se paran junto a la cruz con su inscripción ingenua, se van a dar cuenta de que si por casualidad existe Dios, anda por ahí nomás.
Ojalá no haya gente, o por lo menos no mucha; porque donde la hay, el pobre Dios no tiene sitio. O no lo encuentra.

(5º) Seguro que con el Santi van a ir a distintas playas; pero alguna vez báñense en la rinconada. Aunque a veces no está muy limpia, igual vale la pena. Tienen que buscar el sitio desde donde se ve la iglesia. Entonces, como dijo Gabriela, se estarán bañando en una postal.
A la izquierda la casita de madera sobre las rocas, después el boliche de la costa, allá en lo alto la iglesia, y a la derecha la heladería de Lucas, la casa de las santa Ritas y los ranchos de los pescadores. Capaz que por ahí también anda Dios. Lo demás, ya lo van a descubrir por sus propios medios.
(6º) No olvidar que la sobriedad es la salud del cuerpo y el vigor del alma. Y no solo la sobriedad; también la frugalidad, la circunspección y la templanza.
Epílogo
Los consejos de frugalidad, circunspección y sobriedad, son para tener en cuenta durante el año lectivo y laboral. Y sin fanatismo. En vacaciones, el consejo paterno abuelal es mandar todo a la puta y darle de punta al vicio.
Después de todo, la vida es como la madre; hay una s0la
domingo, 24 de agosto de 2008
Nostalgias
viernes, 1 de agosto de 2008
El water del Dr. Penza

Realmente, me quedó un hermoso recuerdo de esa experiencia. El esposo de la pianista que me acompañó, más unos cuantos amigos,me acompañaron a la Onda; pero como el ómnibus salía a la cuatro de la mañana, ellos se quedaron también. Es realmente un precioso recuerdo el de ese día.
viernes, 18 de julio de 2008
domingo, 13 de julio de 2008
jueves, 26 de junio de 2008
EL MAGO ¿DE DÓNDE ERA?
Que barbaridad; palabra de honor; había pensado iniciar hoy la explicación del porqué, desde mi punto de vista de intérprete, este señor es un maestro insuperable. Pero todo se andará. Ahora; que la Flaca no espere una clase magistral. Serán simples consideraciones fruto tal vez de mi afán de aprender para enseñar.
martes, 24 de junio de 2008
EL MAGO 2
De manera que espero recordar lo dicho.
Hoy hace 73 años de la partida.
¡Cuánta gente ha nacido y se ha ido en ese lapso! cuánto han cambiado las costumbres, los valores, y cuánto el concepto de esos valores en el arte popular. Sin embargo, ahí está, inconmovible, ese personaje. Este comentario se coló involuntariamente. No pensaba hacer ninguno. Solo quiero contarles que, como con la República salieron dos videos con las películas "Cuesta abajo" y "El día que me quieras", las estoy viendo y recordando tiempos queridos.
Las películas, el guión, los actores de reparto , el Mago como actor, no tanto la ambientación, le ganan por lejos en lo cómico a Chaplin. Pero cuando canta Él (¿viste Flaca que aprendí?), todo se ennoblece.
Y como todavía no murió del todo el quinceañero de entonces, a pesar de la pobreza de la película, pero como los protagonistas hablaban y pensaban como en esos tiempos, todavía se te entibia un poquito el corazón.
Voy a hacer un montaje con las canciones de las películas en dvd, para los que quieran tenerlas, no como dice la Flaca con pretensiones de clase magistral, sino como un análisis desde el punto de vista musical de un intérprete de otra disciplina artística, al que le hubiera gustado tener el talento y la capacidad de comunicación de ese señor.
Eso va a estar a disposición de los globeros a quienes les interese. Pero como todo tiene su precio, puse un representante que se encargará de las transacciones. El Gaucho del alambique. El pago será en especies; y, de acuerdo al cobrador, el destilado puede ser de orujo, después de todo la grappa es noble y criolla, o de cebada. al fin y al cabo, los escoceces también son humanos.
Hasta la próxima.
domingo, 22 de junio de 2008
EL MAGO
Quiero contar mi encuentro con ese personaje que encarnó toda una época que vive solo en el recuerdo de unos pocos; pero que él, como genuino representante de esa época, la mantiene viva en ese recuerdo, y es admirado por una legión.
En mi pueblo, allá por los años 30, solo había visto en un muro escrito el nombre de Rosita Quiroga. No sé si había en total cuatro radios; y no te digo nada las victrolas; eran un lujo. Entonces, cuando llegué a Montevideo y en casa de mi tía Catalina, hermana de mi padre, los primos estaban, pegados a la victrola recién comprada
escuchando Yira Yira, dije:¡Pah! ¿quien es ese cantor? ¿quien va a ser? Gardel. ¿y quien es Gardel? No lo podían entender. A principios del 35, con mis 14 años y hasta mediados del 36, trabajé de mozo en la Picada, un boliche en el Puerto Rico, un barrio de rompe y raja, al que, cuando demolieron la muralla para hacer la rambla y eliminaron el bajo, las chiquilinas más baratas fueron a establecerse y a vender amor. En ese boliche, cuyos habitués por supuesto eran prostitutas y proxenetas, (proxenetas es un decir); les llamaban cafishios de puta pobre, y en realidad lo eran. Las mujeres en general, salvo un par de excepciones eran buenas personas. Me tomaron cariño y se divertía haciéndome cosquillas en partes prohibidas. Claro; yo, como seminarista era virtuoso. En ese boliche, se escuchaba todo el día radio Fénix; una emisora que durante todo el día pasaba más o menos el 60% grabaciones de Gardel, y después Magaldi y otros pocos cantores del momento; además de Canaro y alguna otra orquesta que no recuerdo. Me sabía todo el repertorio gardeliano de memoria. A veces venía algún payador. Eso era en Montevideo en el 34; ¿como serían los boliches del Mercado del Abasto y el mismo barrio del B. Aires de 1903, donde Gardel iniciaba su vida?. Imagínen el nivel cultural. En mi caso, los habitués del boliche se asombraban de mi erudición. 5º de primaria y 15 meses de Seminario. ¡habla como un libro! Sin embargo, en su caso, y a pesar del ambiente negativo, si uno escucha sus grabaciones iniciales, a medida que transcurre el tiempo va a encontrar una mejoría constante en lo interpretativo. Es que evidentemente era un tipo muy inteligente, y si bien en lo musical puramente intuitivo, (apenas rascaba la guitarra de oreja pues no sabía música), tenía algo que no se compra ni lo da Salamanca. Un talento que ya se lo quisieran muchos divos para un día de fiesta. Ví todos los estrenos de sus películas. Cuando canta volver, Cuesta abajo, Por una cabeza y sus ojos se cerraron, se armaba un escándalo de aplausos y zapateos que el que proyectaba la película tenía que rebobinar y pasarlo de nuevo.Juntábamos unos reales para ver otra vez la película. Hasta que el 24 de Junio del 35, el hijo del dueño de la casita que alquilábamos llegó con la noticia. ¿Viste, se mató Gardel. Andá, mire si se va a morir Gardel. Nadie lo quería creer. Y tenían, teníamos razón. No murió. Ya es más de media noche; mañana sigo
martes, 17 de junio de 2008
Becho. Fascículo segundo
Me voy a confesar. Normalmente hago un borrador para más o menos poner en orden las cosas. Hoy no pude hacerlo; leí los comentarios, y veo que les interesa; por lo que trataré de recordar tantos momentos vividos cerca de ese personaje. El era íntimo de Häberli, mi amigo del alma. Por consiguiente, también mío. Sin embargo, como con sus compañeros de atril puede decirse que se había peleado con todos, (por una semana, más o menos), y en la orquesta estábamos muy cerca, yo pensaba; cuando me tocará a mí. Y no pasó mucho tiempo. En un ensayo, nada menos que con Blech, un director argentino, exelente como director pero insoportable, en determinado momento, cuando el dire se estaba poniendo pesado, el Becho hizo en la cuarta cuerda, un glisado descendente que recorrió el diapasón desde desde el clavijero hasta el puente. Entonces; ¡pero Becho; un músico como vos haciendo eso en un ensayo!. La respuesta fue inmediata. - ¿Me vas a enseñar a mí, como comportarme en la orquesta?. No me hables más. Se imaginan; yo interiormente muerto de risa. Por supuesto desde ese momento no le hablé. No recuerdo si a la semana o los diez días, en un viaje de la orquesta al interior, en un momento que mi compañero de asiento se levantó a hablar con alguien, el Becho se sentó a mi lado, me puso la mano en el hombro, y: -Santiago; dos amigos como nosotros no pueden estar distanciados por una cosa tan sin importancia. Becho; fuiste vos que me prohibiste hablarte, - Bueno, sabés como soy yo. Perdoname. Y la paz fue de nuevo. Continuará
lunes, 16 de junio de 2008
Becho. Fascículo primero.
Invariablemente llegaba tarde a los ensayos; Balzo, en ese entonces director artístico, nos dijo a los delegados. (la orquesta tenía tres), que la cosa no daba para más. Balzo, como todos , lo quería muchísimo. Entonces lo abordamos y le dijimos que no teníamos argumentos para defenderlo. ¿Saben lo que pasa?. Estudio hasta las cuatro en la quinta, (era la de la familia de Reené Pietrafesa) y claro; me duermo. de ahora en más lo voy a hacer en la sala de la lírica, (era donde ensayaban los coros) me acuesto en un palco, y cuando llegan para el ensayo me despierto. Se despertó en el intervalo.
Zitarrosa dió dos recitaleas en el Solís; además de las guitarras de siempre se añadió una orquesta de acompañamiento. No podían faltar el Becho y su violín. El Solís, por supuesto, lleno. En el intervalo fuimos al boliche de la esquina, frente al teatro; lugar de reunión de actores y músicos. Cuando llegó el momento de volver le digo: Becho; mirá que es la hora. --En la primera canción no toco. ¿estás seguro?. No soy un irresponsable. Alfredo, con su eterno vaso de escocés en la mano nos vió llegar, y , conociendo el paño.¿y Becho?. dice que en la primera no tiene parte. Alfredo estaba furioso, era un profesional como Dios manda. Pero era el Becho, y para él las reglas eran distintas. Hoy no puedo seguir el relato; pero prometo que si les interesa, hay un montón de recuerdos entrañables que tienen que ver con ese entrañable e inolvidable personaje
sábado, 14 de junio de 2008
FE DE ERRATAS
viernes, 13 de junio de 2008
PUCHERO
martes, 10 de junio de 2008
jueves, 5 de junio de 2008
pero un gaucho amadrinado por una mujer, más vale que se retire a cuarteles de invierno y no se meta nunca más con un varón que tiene bien puestas las botas´epotro.
por circunstancias especiales, no dispongo de mucho tiempo para la comunicación. pero voy a tratar, ahora que me estoy familiarizando con este aparato que en mis tiempos no había, de charlar con ustedes, y, como dicen que nunca es tarde, recuperar el tiempo perdido. no se puede negar que a uno los años, como una obligación, le hacen a respetar la formalidad. que le vas a hacer; como dice una conocida, ajo y agua.
hasta pronto
miércoles, 14 de mayo de 2008
Las mujeres, (no todas) cuando agarran un libro, leen el final. Yo ahora no empiezo por el final, pero casi. Es que el grabar esos cassettes me ha traído recuerdos y emociones que hay que registrarlos en caliente. De manera que trataré de vivir esas emociones otra vez compartiéndolas con ustedes. Así que como dice Andrea, si son capaces de leerlas, ajo y agua.
Como me compré un grabador de dvd para guardar en discos las grabaciones de los cassettes de cinta, viví de nuevo, a partir de 1987, año en que compré la cámara, los momentos felices a los que recién ahora disfruto en toda su dimensión. Se imaginan cuando, como todos los años llegamos con mi juguete nuevo a nuestra casita de Piriápolis que nos esperaba, en la ladera del cerro del toro , entre pájaros y àrboles. No veía el momento de filmar todo lo que se pusiera a tiro. Y como asociándose a mi nueva actividad artísticocinematográfica, hicieron días luminosos, con alboradas y atardeceres para enloquecer a los pintores aquellos impresionistas. Como soy medio loco, (el fantasma de García dirá que mejoré un 50%) siempre le ganaba al sol en la levantada. Así que cuando él preparaba el pincel para pintar de gloria la mañana, yo lo estaba esperando con la cámara lista. Entonces, una de esas mañanas increíbles me levanté a las cuatro y media, puse una escalera y trepé a la cumbre de la casita para cazar el amanecer. Cuando las nubes empezaron a colorearse empecé a girar lento, atrapando primero a un árbol solitario en una hondonada entre dos cerros, apenas iluminado por la aurora. Y, en una loma, un rancho abandonado, seguramente un viejo puesto de estancia. Y luego, gracias a la luz del amanecer, los árboles cubriendo el cerro envueltos en bruma luminosa. Y siquiendo mi giro, el mar entrevisto a la distancia. Cuando llegué terminado mi círculo, otra vez al árbol solo, el sol se asomaba enloqueciendo a los pájaros. Desgraciadamente, no hay cámara capaz de repetir milagros. Pero ayuda a recordarlos.
¿Continuará?